Según Gilda Pedicone de Valls, "si Alberdi viviera hoy, vería con satisfacción que su pensamiento y su prédica lograron transformar el territorio argentino -despoblado, desértico, semibárbaro, alejado de los centros mundiales de la cultura- en una nación pujante, que ya en las primeras décadas del siglo XX se colocó a la cabeza de América Latina y pasó a figurar entre los países de vanguardia del mundo entero. Vería, en cambio, con tristeza, que cien años después, hemos perdido ese liderazgo. Nos reprocharía no haber atendido su consejo: ?mejorar el gobierno por la mejora de los gobernados, en mejorar la sociedad para obtener la mejora del poder... porque... no son las leyes las que necesitamos cambiar; son los hombres, las cosas?".
En lo relativo a la política, la doctora en Derecho sostiene que Alberdi sería hoy un pensador "políticamente incorrecto". Y lo fundamenta así: "su prédica merecería reproches por su pensamiento liberal, por su descreimiento de la educación como factor de progreso, por su escepticismo sobre el rol del Estado en la protección del trabajo, por su convencimiento en la incapacidad de los pueblos nativos para crecer y desarrollarse, por su manifiesta admiración por los ?gringos? por su cultura del trabajo, por su propuesta de enseñanza bilingüe en las escuelas (español e inglés), y por la libertad política reservada para los hombres capaces (la elite criolla)". No obstante, sostiene que "eso no empaña al Alberdi que hoy recordamos: el thinker (pensador), que la historia hizo felizmente coincidir con un doer (hacedor) como Urquiza, lo que permitió que su proyecto de Constitución fuera el modelo adoptado por los convencionales de 1853, ya que más de 38 artículos y de 20 incisos fueron copiados casi textualmente en el texto definitivo".
Pedicone asegura que Alberdi tuvo el mérito de haber estudiado y analizado, con rigor y método insuperables, las características más profundas de la idiosincrasia nacional para que las normas que se dicten y las instituciones que se apliquen estén de acuerdo con la realidad social. Es el pensador que estuvo convencido que la vigencia de la Constitución es el medio más poderoso de pacificación y de orden. "En fin, el Alberdi que plantea la no reelección, la separación de las funciones legislativas y judiciales, un federalismo que conciliara las facultades de las provincias con las de la Nación", agrega.
"Si Alberdi viviera hoy -concluye- tendríamos que reconocerle la vigencia y lo acertado de su pensamiento: la necesidad de un orden político pacífico y de una Constitución que diera garantías a los creadores de riqueza. También tendríamos que aceptar, a 200 años de su nacimiento, lo poco que hemos logrado en uno y otro sentido".